Todavía me acuerdo de Cas diciendo “I’m a rock, I’ll never get married”. Y ahora resulta que fue la segunda (2 de 4). Y vino el resto de la Galaxia a la boda. Y nos disfrutamos muchísimo. Y nos fuimos a peinar al salón. Y las 3 lloramos juntas cuando Cas bajó del coche. Y las tres caminamos por el corredor como damitas de figuración. Y tomamos margaritas de tamarindo (después 28 astronautas), y bailamos todo el tiempo, y nos reímos muchísimo, y lloramos de nuevo cuando Cas bailó con su marido, y tomamos cien mil fotos, y nos acordamos de cuando éramos chicas, y cuando pudimos abrazar a Cas, nos abrazamos las 4 como siempre, como hace mucho no pasaba, como hace 4 años que no nos veíamos. Y nos fuimos a chismosear al baño, y nos tiramos en el pasto, y comimos chilaquiles, y brincamos en pantuflas, y cantamos fuerte (FUERTE), y neceamos, y prometimos no volver a dejar pasar tanto tiempo y volvimos a llorar.
La única diferencia entre nuestra adolescencia y el sábado fue que por primera vez no estuve sola, estaba con mi Rockstar que me cuidó todo el tiempo, encandiló a mis amigos, nos tomó fotos, me cargó los zapatos, me puso su saco cuando refrescó, me abrazó cuando lloré, se tiró al pasto conmigo a ver los fuegos artificiales y bailó conmigo absolutamente todo menos Rock…