Reconozco que vivo en una nube, que mis preocupaciones pocas veces son verdaderamente preocupantes, que mis angustias son más amorosas que vitales, que mis achaques son por estrés y desamor y que no muy frecuentemente aterrizo en el mundo real (y no duro mucho tiempo). Hoy tuve un aterrizaje forzoso. En piloto automático llegó Mahon desde San Francisco para despedir a su Abuela, quien está en la sala de espera del viaje eterno.
Me acuerdo de la Abuela Loreto y cómo nos ha visto crecer, de sus gritos por la casa, de sus historias de la Guerra Civil, de cómo nos daba galletitas mientras estudiábamos matemáticas, de los litros de agua de castilla que siempre traía de Madrid, de cómo hacía el jugo de naranja en la mañana cuando me quedaba a dormir, de sus aderezos de perlas y oro y su coquetería nata con la que movía el abanico como nadie…
Y me acuerdo de Mahon, siempre sufriendo por los permisos de la Abuela y cómo a veces no podía venir al cine a la función más tarde porque Loreto iba a cenar sola, de cómo se quejaba por escuchar las mismas historias una y otra vez (y sabía las palabras exactas que usaba), de cómo nos burlábamos de su refugio de latas y despensa que siempre guardaba “en caso de que estuviéramos en una situación Franquista o similar”, de hacer todo el ruido posible del mundo para que Loreto supiera que ya había llegado dado que no escuchaba del oído izquierdo y siempre dormía de ese lado…
Y ahora están las dos ahí tomadas de la mano sin soltarse… Mahon junto con su mamá y su hermana le ponen un trapo frío en la cabeza cada diez minutos, y le dan agua a sorbitos, la bañan con esponja, le curan sus yagas, le cambian los pañales, le dan masajes, pasan las noches en vela solamente mirándola y la llenan de amor mientras se despiden, constantemente esperando el momento que tenga que llegar.
Me siento nada… Lo que he visto me aterriza en que vivo una concepción completamente errada del amor, porque la mayor parte del día, para mí, amar es sufrir por bipolaridades, pero hoy me voy a dormir convencida de que amar también es saber despedirse de esa persona con la que has compartido tu vida y por la que haces hasta lo inimaginable con tal de que esté lo mejor posible el tiempo que tenga que ser. Gordongo, tú que tienes vara alta por allá, ayúdala a irse en paz, te la encargo mucho.
Mahon, a través de los muchos años ya que nos unen, sigues y seguirás siendo mi heroína. Te acompaño… Siempre.
Thursday, January 25, 2007
El amor después del amor...
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