Saturday, November 08, 2008

Being...



Querido Diario:

Ayer estábamos comiendo muy tranquilos cuando vimos a un hombre con una guía turística caminar tranquilamente por la calle enfrente de nosotros, podría haber sido... no sé... Rob, el amigo de mi papá dentro de 20 años, todo peladito pero con una mirada profunda y triste. Cuando Rodrigo y yo lo reconocimos, el mundo se paró por un segundo, me invadieron todas las emociones, porque si hay algo que he buscado en esta vida (además del amor, la justicia, blablabla... ) es el séptimo piso y medio. Rodrigo me convenció, y cual "fan from hell" salimos corriendo tras él y me acerqué a atolearle y a decirle cuánto lo admiro y a pedirle una foto (nunca he caído tan bajo, te juro, pero es que ante alguien así o lo haces o te arrepientes siempre) entonces Rodrigo sacó la foto con su celular (en la que salí más fea y gorda que nunca) pero estoy abrazándolo muy sutilmente y él sale sonriendo, como si fuéramos amigos.

Contaba mi abuela que un día vió a María Félix en uno de estos restaurantes de ración mínima y precios ridículos y se levantó a decirle cuánto la admiraba y se quedaron platicando horas, al final, le firmó un menú del lugar, mismo que guardó en su caja fuerte toda la vida junto con un autógrafo de Julio Iglesias que le pidió en no sé donde, esos fueron sus verdaderos tesoros.

Varias cosas aprendí de este incidente

1.- No existe diferencia entre una fan de "Rebelde" y yo a la hora de estar con el "artista", tantas veces que me burlé de estas pobres inocentes. 

2.- Intensear a una personalidad admirada es un gen de familia incontenible.

3.- Si mi abuela hubiera tenido un celular con cámara, hubiera tenido cien mil tesoros más...Desafortunadamente, la tecnología no la alcanzó, porque estoy convencida de que hoy por hoy, lo haría.

4.- Aunque nunca encuentre el séptimo piso y medio, por lo menos conocí a su creador. 

Quizá un día, cuando ya la demencia senil me haya alcanzado, pueda sacar de mi caja fuerte una foto impresa en Office Max ( ya casi borrada ) y contarles a mis nietos de aquel encuentro con mi viejo amigo John Malcovich.

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