Mujeres al volante
Por M.
Lenguaje automotriz
Querido lector:
No se desgaste más, de verdad. No hay que ser Einstein para darse cuenta de que (al menos al 99% de las mujeres) no nos gusta hablar de coches. Nosotras vivimos ocupadas y preocupadas complicándonos la vida para que nunca nos entiendan; tenemos la cabeza en todo lo que usted no está pensando, de manera que a la noche, cansados los dos, hagamos una síntesis de la historia del día, cenemos recalentado, hablemos de hijos, revisemos los gastos, veamos tele y vayamos a la cama.
Háganos el favor de no desperdiciar estos valiosos momentos tratando de explicarle a su esposa porqué es mejor la Windstar que la Liberty que a ella le gusta, no le cuente qué le encontró el mecánico a su coche y porqué dejó la quincena en el taller (use otros medios para convencerla de que le preste su automóvil este mes, ese drama es inútil, de verdad), no le diga a qué magnífico precio consiguió el tumbaburros en la Doctores y mucho menos le describa la escena de cómo casi se mata a golpes con el chofer del pesero que se le cerró en Revolución (ella no está con usted por ser un superhéroe vial).
Si su pasión por el mundo del automovilismo supera su paciencia y le es fundamental compartirla con su mujer, use las palabras correctas y llénelas de ternura, verá magníficos resultados de inmediato; eso sí, aténgase a una retroalimentación fuera de contexto. Por ejemplo, si está hablando de caballos de fuerza y su mujer le responde que el fin de semana deberían ir al Hipódromo o llevar a los niños al zoológico, no se sorprenda.
Pero no todo es negro… Hay veces que los astros se conjugan y un día su mujer tomará la iniciativa de hablar de coches con usted, pero no declare esto como victoria antes de tiempo, seguramente es una llamada de auxilio porque están sonando las balatas, porque el servicio va costar una fortuna (por el chasis partido al pasar los topes cual Fittipaldi), porque las vestiduras ya están llenas de yogurt y merengue de sus retoños, por la infracción injusta o porque a su comadre le compraron la nueva Honda con DVD en la que pudo ir y venir a Tijuana en un día con los niños completamente apaciguados. Eso sí, si lo reciben en baby doll con un trago en mano, antes que nada aproveche el momento, después prepárese para que le describan el choque del año y la pérdida total con una sensualidad nunca antes vista que lo hará dejar a un lado todo y dar gracias porque su familia está con bien después de semejante accidente.
Si usted encuentra a una mujer que hable apasionadamente de coches, aténgase también a las consecuencias porque esto quiere decir que muy probablemente, le de tres vueltas (o cinco o diez) al respecto y no lo deje refutar. Si hay en este planeta mujeres que han decidido aprender el lenguaje automotriz es porque están dispuestas a apoderarse del mundo o a reinventarlo, porque eso sí, cuando una mujer se propone algo, llega hasta sus últimas consecuencias (ya ve que antes decían que nunca seríamos presidentas porque tampoco nos gustaba mucho la política y mire…).
El gran problema aquí es que usted crea que por no hablar de coches no nos importa. No nos tome por sub-normales, ineptas o analfabetas; simplemente entienda que hasta ahora, no ha estado en nuestra lista de prioridades. Pero no todo es negro, el panorama es más claro de lo que parece; con la comodidad, aerodinamismo, seguridad y nuevos modelos que hay hoy en el mercado, yo le prometo que estamos reconciliándonos con el volante; esto puede ser un pequeño paso para usted, pero uno enorme para nuestra humanidad.
Querido lector:
No se desgaste más, de verdad. No hay que ser Einstein para darse cuenta de que (al menos al 99% de las mujeres) no nos gusta hablar de coches. Nosotras vivimos ocupadas y preocupadas complicándonos la vida para que nunca nos entiendan; tenemos la cabeza en todo lo que usted no está pensando, de manera que a la noche, cansados los dos, hagamos una síntesis de la historia del día, cenemos recalentado, hablemos de hijos, revisemos los gastos, veamos tele y vayamos a la cama.
Háganos el favor de no desperdiciar estos valiosos momentos tratando de explicarle a su esposa porqué es mejor la Windstar que la Liberty que a ella le gusta, no le cuente qué le encontró el mecánico a su coche y porqué dejó la quincena en el taller (use otros medios para convencerla de que le preste su automóvil este mes, ese drama es inútil, de verdad), no le diga a qué magnífico precio consiguió el tumbaburros en la Doctores y mucho menos le describa la escena de cómo casi se mata a golpes con el chofer del pesero que se le cerró en Revolución (ella no está con usted por ser un superhéroe vial).
Si su pasión por el mundo del automovilismo supera su paciencia y le es fundamental compartirla con su mujer, use las palabras correctas y llénelas de ternura, verá magníficos resultados de inmediato; eso sí, aténgase a una retroalimentación fuera de contexto. Por ejemplo, si está hablando de caballos de fuerza y su mujer le responde que el fin de semana deberían ir al Hipódromo o llevar a los niños al zoológico, no se sorprenda.
Pero no todo es negro… Hay veces que los astros se conjugan y un día su mujer tomará la iniciativa de hablar de coches con usted, pero no declare esto como victoria antes de tiempo, seguramente es una llamada de auxilio porque están sonando las balatas, porque el servicio va costar una fortuna (por el chasis partido al pasar los topes cual Fittipaldi), porque las vestiduras ya están llenas de yogurt y merengue de sus retoños, por la infracción injusta o porque a su comadre le compraron la nueva Honda con DVD en la que pudo ir y venir a Tijuana en un día con los niños completamente apaciguados. Eso sí, si lo reciben en baby doll con un trago en mano, antes que nada aproveche el momento, después prepárese para que le describan el choque del año y la pérdida total con una sensualidad nunca antes vista que lo hará dejar a un lado todo y dar gracias porque su familia está con bien después de semejante accidente.
Si usted encuentra a una mujer que hable apasionadamente de coches, aténgase también a las consecuencias porque esto quiere decir que muy probablemente, le de tres vueltas (o cinco o diez) al respecto y no lo deje refutar. Si hay en este planeta mujeres que han decidido aprender el lenguaje automotriz es porque están dispuestas a apoderarse del mundo o a reinventarlo, porque eso sí, cuando una mujer se propone algo, llega hasta sus últimas consecuencias (ya ve que antes decían que nunca seríamos presidentas porque tampoco nos gustaba mucho la política y mire…).
El gran problema aquí es que usted crea que por no hablar de coches no nos importa. No nos tome por sub-normales, ineptas o analfabetas; simplemente entienda que hasta ahora, no ha estado en nuestra lista de prioridades. Pero no todo es negro, el panorama es más claro de lo que parece; con la comodidad, aerodinamismo, seguridad y nuevos modelos que hay hoy en el mercado, yo le prometo que estamos reconciliándonos con el volante; esto puede ser un pequeño paso para usted, pero uno enorme para nuestra humanidad.
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